miércoles, 28 de marzo de 2007

POSICIONES V


UN, DOS… UN, DOS

Esta es una variante de la clásica y por todos conocida posición del misionero. La mujer tumbada boca arriba, con los muslos separados. Es conveniente poner unos cojines debajo de las nalgas para mejorar el ángulo de penetración. El hombre tumbado entre las piernas de ella, se apoya con sus brazos para realizar un movimiento de vaivén sobre la vagina. Esta posición es estimulante y permite a los amantes mirarse y abrazarse, pero puede resultar agobiante para la mujer que tiene limitados sus movimientos.


EL VENTILADOR

Las rodillas en el borde de una silla y los brazos cruzados apoyados en el respaldo, dando así la mujer la espalda a su pareja. El hombre la atrae contra él, metiendo las manos entre las piernas de ella, que tiene las piernas ligeramente separadas, para acariciarle el clítoris y penetrarla seguidamente. Se produce una penetración profunda, y una buena estimulación de la vagina y del punto G. Así mismo, el hombre puede acariciar durante la penetración el pecho de su pareja. Esta posición permite tanto el coito anal como vaginal.


ABDOMINALES

Ella, tumbada boca arriba, las piernas plegadas sobre su pecho y los pies apoyados en los hombros de él. El hombre, de rodillas encima, puede penetrarla de manera especialmente profunda, por lo que es importante que la vagina esté suficientemente lubrificada para que no resulte doloroso. Esta postura produce sensaciones muy intensas en la mujer, sobre todo si el hombre eyacula en esta posición.


LA PEREZOSA

El hombre de rodillas, echado para atrás apoyándose en los brazos. La mujer tendida sobre la cama, la cabeza sobre la almohada, con las piernas abiertas rodeando la cintura de su pareja, formando el ángulo necesario para permitir la penetración. Ella puede durante el acto acariciarse el pecho y el monte de Venus. Esta postura, muy excitante, permite una penetración profunda y observar las reacciones del otro.


EL PEREZOSO

Él confortablemente tumbado sobre la cama, las piernas colgando fuera de ella, con los pies en el suelo. Ella sentada encima, los muslos separados lo suficiente para poder acariciar su clítoris y la base del sexo del hombre. Es ella la que marca el ritmo durante la penetración y para lograr una estimulación mayor puede apoyarse en las rodillas. Esta postura ofrece al hombre un ángulo de visión excepcional sobre la penetración y sobre las nalgas y los genitales de la mujer. Sus manos están libres, por lo que puede estimular las nalgas y la zona anal de su pareja.

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