MARTITA LA SIMPATICA
Según Michell, desde su primer día como coiffeur, ella fue su clienta habitual de los sábados por la mañana. Como su marido era viajante, regresaba todos los mediodía del sábado de sus viajes de negocios y ella quería verse bien a la llegada de este.
Marta es una señora de unos 42 año, regordeta, cara redonda, de esas pieles color durazno, ojos muy grandes celestes, no es atractiva, pero tiene algo que siempre llama la atención, y no por sus kilitos de mas, sino por su gran personalidad y su simpatía. Hace un largo tiempo Marta cambio sus días de atención por los viernes en la tarde temprano.Un día intrigada le pregunte, y me dio una respuesta que me dejo muda, al ver mi expresión, comenzó a contarme su historia:
“Una tarde de viernes, olvide irle a comprar la comida a mi gato, ya que no se conformaba con alimento balanceado, debía comprarle bofe en la carnicería, cuando estoy llegando veo que Carlitos, el nuevo empleado (desde hacia varios meses), un joven de 30 años, apuesto, musculoso y con unos glúteos importantes, ya que eran la delicia de nuestras miradas; ya estaba entrando los carteles publicitarios y las ventanas ya tenían la persianas cerradas, por lo que me apresure, al verme entrar se deshace con halagos como suele hacer siempre con todas sus clientas, para hacernos sentir mas felices quien sabe, pedí lo que andaba buscando, pero me percate que no me quitaba la mirada de encima, por momentos sentí al rojo vivo mis mejillas, al mismo tiempo me decía que Don Luis el propietario se había ido ya, (como dejando entrever que estábamos solos), cuando voy a tomar la bolsa con mi pedido, me toma la mano de una forma extraña y me dice cosas mas bonitas que en este momento ni recuerdo, dentro de mí hervía como una caldera a punto de explotar, una sensación que hacia años que no vivia, en cierta manera me gusto todo lo que estaba pasando, así que no saque mi mano y cuando menos esperaba me acerco al mostrador y me dio un beso en la boca, húmedo, exquisito, pero con la boca cerrada, yo ahí parada inmóvil, en fracción de segundos reaccioné y le tome la nuca con mi otra mano y le devolví el beso.De pronto nos separamos, y me miro fijamente y exclamó: - cierro todo mejor.
Se dirigio a la entrada, cerro la puerta y la persiana que faltaba, paso por el tablero de luz, y apago las luces, dejando una tenue luz que provenía del pasillo que daba a la cámara frigorífica, se saco el delantal y se acerco a mi, yo aun en el mismo sitio permanecía anestesiada, entonces comenzó a besarme el cuello, a lamerme detrás del oído, subía y bajaba hasta el comienzo del escote de mi blusa, de pronto sentí sus manos deslizándose por mis piernas subiéndome la pollera, atónita, sin saber que hacer, comencé a acariciar sus glúteos, redondos, perfectos, mientras el rápidamente con una sola mano me desabrochaba la blusa, y con su lengua llegaba hasta el comienzo de mis pezones, que ya se habían erigido como dos montañas aguardando al explorador que llegara hasta ellos.El acercamiento de nuestros cuerpos hizo que notara que debajo de su pantalón su miembro estaba mas duro que una roca. Comencé a excitarme mientras sus dedos hurgueteaban por dentro de mis bragas, y deslizando su lengua por todo mi cuerpo, llego hasta ahí, donde el placer es solo para los dioses, arrodillado comenzó a lamerme, a chuparme el clítoris, al mismo tiempo que me introducía un dedo en mi vagina, lo cual me provoco movimientos espasmódicos, y cuando menos esperaba tuve un gran orgasmo, avergonzada, pero satisfecha de lo que ocurrió, le levante la cabeza para darnos unos cuantos besos apasionados, mientras con una de mis manos bajaba el cierre de su pantalón, para que con la otra le buscara ansiosa ese trofeo que tenia entre sus piernas, para tenerlo apretado entre mis manos, no pude resistirme y me baje para introducirlo en mi boca, ahí estaba enorme, tieso, resplandeciente, sentí correr por todo mi cuerpo una sensación de querer devorármelo todo, lo apretaba y estrujaba contra mi lengua, lo lamía, cuando el comenzó a gemir, y se percato que estaría cerca de eyacular, por lo que me retiro la cabeza, y me llevo contra una pared, para arrinconarme y con las bragas a medio bajar, introduzco ese pene enorme, en busca del camino de gloria. Comenzamos a movernos, alzo mis piernas como pudo a sus caderas, y creí que su pene me tocaba hasta el fondo de mi alma, comenzamos un viaje de gozo y gemidos, hasta perder noción de todo, y así fue que tuve, dos, tres orgasmos ( algo increíble en mí, porque a duras penas con mi marido llegaba a uno, y hasta veces fingido.)Me excitaba ver como introducía mis senos en su boca hambrienta, buscando mis pezones, para lamerlos y querer con sus dientes arrancármelos a mordiscones, como un niño acurrucaba su cara entre ellos, y entre balbuceos solo escuchaba frases a medias, porque me perdía en el viaje pensando haber llegado con gloria al paraíso.Permanecimos teniendo sexo por mas de media hora, con cada orgasmo la sensación de querer mas, extasiados de placer nos separamos, nos arreglamos la ropa y solo agrego: - que te parece todos los viernes a esta hora que Don Luis se va antes, respondí afirmativamente con la cabeza y después que me abriera las persianas salí a la calle, el aire fresco me hizo reaccionar, y a la vez sonreí pensando lo que una vez me había gritado mi marido: - frígida!!entonces pensé: frígida para vos que no me sabes coger!!
CIELO INMENSO