El gran ausente
La resplandeciente luna asomada en la ventana,
testigo silencioso de nuestra intimidad.
Bajo las sabanas blancas de raso,
nuestros cuerpos parecían vibrar.
El sudor invadía el ambiente;
en la oscuridad mis manos buscaban aún más,
mientras tus besos me devoraban entera,
la respiración nos hacia jadear.
Comenzamos un viaje eterno,
del que solo ansias llegar.
Mientras el l ritmo se hacía intenso,
el corazón nos iba a estallar.
Mi mente viajaba inconsciente
sin obstáculos, sin nada en que pensar.
La meta estaba cercana,
aunque inalcanzable parecía siempre estar.
De pronto...
ese torrente de sensaciones,
se juntaron en un glorioso final.
El placer, el dolor, el llanto,
las ganas de no redimirse jamás...
Lujuria, deseo, pasión, todo...
nos consumía cada noche,
pero nunca el amor fue invitado
a compartir nuestra intimidad,
el siempre se quedo afuera,
porque los dos sabíamos que estaba de más.
CIELO INMENSO