jueves, 10 de mayo de 2007

EL JARDINERO (relato)




Me recoste en la reposera, dispuesta a tomar sol y hacer volar mi mente un poco tratando de relajarme escapando del bullicio exterior.
Cuando de pronto lo veo podando mis rosales, me levante de un brinco y fui a su encuentro, pude darme cuenta que se trababa del nuevo jardinero contratado por mi marido.
Lo increpe en la forma de podar mis flores y le algunas indicaciones de es lo que me gustaba ver en mi jardin. Amablemente sonrio, y me respondio que tenia ordenes precisas del amo y señor de la casa.
Un poco indignada me volvi a sentar, tratando de no pensar en nada.
El ruido de la cortadora de cesped me desperto y repare en el. Un chico veinteañero, musculoso, bien parecido.
El sol estaba a pleno, lo vi sacarse la playera y lucir ese cuerpo apolineo. Brazos y abdominales bien marcados, y el sudor que se deslizaba por su piel transformandola en algo reluciente y brilloso que hacia que fijara mis ojos en el.

Creo que se dio cuenta, y trato de pavonearse todo lo posible, agachandose y caminando frente a mi, para resaltar su presencia.
Segui observandole, hasta que me acerque y le ofreci algo fresco.
Asintio con una ancha sonrisa, y pude ver como su cara destellaba, mezcla de niño travieso y angel.

Despues de haberle traido el refresco, me sente de nuevo y comence a pasarme crema por todo el cuerpo. Decidi llamarlo para que me ayudara con mi espalda, y sin titubear lo hizo, pude sentir sus manos temblorosas, pero de hombre rudo sobre mi piel. Y me excite.
El noto mi agitacion, por lo que retiro las manos, y se fue a proseguir el trabajo.
Yo ya no podia concentrarme ni en dormir, ni en la lectura, solo tenia ojos para ese "macho cabrio" que me seducia con sus ojos color cielo y esa sonrisa demoniaca.

Vi como me reojeaba, por lo que decidi provocarlo sacandome la parte superior de la malla.
Me pare y segui untandome con crema ahora todo el cuerpo, desafiandolo a que me ayudase o bien, que ni me mirara mas.
No pasaron mas que cinco minutos cuando lo veo hecharse agua con la manguera sobre su cuerpo, humedo como estaba queria ir encima de el, a beberme ese agua salada que destilaba su piel .
Se acerco y me dijo si necesitaba ayuda, asenti y le di la crema, me coloque boca arriba en el sillon y comenzo por los pies a colocarme la crema, siguio con las pantorrillas, con movimientos suaves, y pausados. Siguio por los muslos, y cuando llego a mi estrepierna, senti la sensacion de que pronto tendria un orgasmo, me contuve, y le hice seña con un dedo, que me hechara la crema en mis pechos, sin hacerse rogar lo hizo.
YO pedia, el obedecia, y satisfacia mis ordenes.
Se quedo en mis pechos, resfregando mis pezones que a esas alturas estaban tan duros y elevados como el Everest.
Ya no daba mas, ardia! Coloque una de mis manos en sus genitales, y ahi lo senti duro, erguido, pidiendo salir al exterior, le abri el cierre del pantalon y no pude contener mi deseo de llevarmelo a la boca y disfrutar de esa fruta madura.
Excitados como estabamos los dos, se bajo del todo el pantalon y me arranco la tanga, se monto encima mio, y comenzo a lamer cada centimetro de mi cuerpo.
Era todo un experto por su corta edad. Con sus manos urgueteaba en mi clitoris, y de a poco me iba introduciendo los dedos, hasta que le pedi a gritos que de una vez me introdujera el pene.
Vaya !si que era buen jinete, comenzo a moverse despaciosamente, y tratando de llegar a lo mas hondo de mi ser, de a poco aumentaba el ritmo y sacaba su pene afuera, para volverlo a intoducir con fuerzas, hasta que no pudo dilatar mas el preambulo del orgasmo y comenzamos cada vez a movernos mas fuerte, cada vez mas, y mas.
Yo bramaba, gemia, tuve tres orgasmos seguidos y el uno que valio por mil, cuando intente recuperar mis fuerzas, estaba de nuevo comenzando a moverse dentro mio.

Tenia un deseo terrible de que ahi se quedara por un largo tiempo,y asi lo hizo, esta vez mas rudo, mas fuerte, hasta cacheteaba mis nalgas.
Era un potro desenfrenado y yo una loca extasiada de placer.
Lo mordia, lo arañaba, queria devorarlo, esa sal en su piel, ese olor a sudor varonil me excitaba cada minuto mas, eramos dos locos irrefrenables.

Perdi el sentido, me volvio loca, me calentaba cada minuto mas, y queria mas, era insaciable y el con toda su juventud me daba mas de lo que pedia.
Ya exhaustos, se levanto y se hecho a la piscina, y desde el agua me llamaba, y no quise hacerlo esperar, me arroje y el fue en mi busqueda, cuando me pregunta:
- cuando regresa tu marido?
- a las 5 de la tarde. (le respondi)
- entonces nos quedan mas de 3 hs, que dices: estas dispuesta a mas?
No conteste, solo me colgue de su cuello y le estampe un beso humedo en señal de aprobacion.
Esa tarde nunca la olvidare, y mucho mas porque mi marido lo despidio por ser lerdo con su trabajo.
Yo sonrei, sabia que en cualquier momento me llamaria por telefono y volveriamos a encontrarnos, mientras tanto guardaria sobre mi piel la marca imborrable del deseo prohibido.

CIELO INMENSO