lunes, 23 de abril de 2007

BISEXUALIDAD


LA BISEXUALIDAD.

La sola mención de la palabra bisexualidad provoca cierta incomodidad y desconcierto. Una opción casi invisible que la mayoría confunde o suma a la homosexualidad, sale a la luz (en sutiles y no tan sutiles destellos) en el seno de nuestra sociedad: en las parejas que se reúnen en algún departamento a practicar sexo grupal, en los hombres casados que recogen travestis y prostitutos en alguna esquina y en esos jóvenes, pálidos y vestidos de negro, que bailan (y se aman) al ritmo de la música gótica en alguna discoteca de la ciudad. (Soledad Ortega)

Bisexualidad es el potencial de estar erótica o románticamente atraído por personas de cualquier sexo. Así mismo, un bisexual es aquella persona que siente una atracción erótica por individuos de ambos sexos.

Sin embargo, definir la identidad sexual de cada individuo no es tarea fácil. Definirla es algo muy personal: muchos individuos que mantienen relaciones sexuales con miembros de ambos sexos pueden no considerarse o llamarse a sí mismos bisexuales. Quizás se consideren más como heterosexuales, o más como homosexuales. Para entender esto podemos ejemplificarlo de la siguiente manera: el hecho de que un hombre tenga contacto sexual con una mujer, no significa necesariamente que ella en particular le atraiga sexualmente. Puede ser que él únicamente quiera guardar apariencias o demostrarse a sí mismo algo. Ahora bien, en el caso de la bisexualidad, se aplica lo mismo: una persona que se sienta ya sea homosexual o heterosexual y tenga relaciones con ambos sexos no es necesariamente bisexual. Esta persona tendrá la identidad que internamente mejor le venga, con la que se sienta más a gusto.

Sucede algo similar en el caso contrario. Puede ser que una persona se considere a sí misma bisexual debido a sus sentimientos por ambos géneros, pero que mantenga relaciones con persona(s) de un mismo género. Aquí se aplica nuevamente lo de la identidad: esta persona se siente bisexual, y aunque tiene una predilección o interés por involucrarse con un solo sexo, su sentir es para con ambos sexos a fin de cuentas. Aquí podría entrar el caso de un bisexual monógamo, lo cual es perfectamente válido, siempre y cuando así lo quiera y decida la persona.

Ahora bien, un bisexual no se siente forzosamente atraído por hombres y por mujeres de igual manera. Una persona bisexual (hombre o mujer) puede preferir las relaciones con mujeres por encima de las relaciones con hombres, o preferir las relaciones con hombres por sobre las relaciones con mujeres, o bien, tener la misma preferencia por ambos sexos, concibiendo el amor erótico en este último caso, como un estado donde no importa el sexo de la pareja, sino su carácter.

Sería simplemente iluso (e injusto) pensar que la bisexualidad no existe o que se restringe a una práctica aberrante y aislada. Como cualquier otro fenómeno humano (sexual o no) existe entre nosotros desde que hombres y mujeres habitan este planeta. Pero, tras permanecer ocultos bajo capas de conservadurismo, ciertos hechos anónimos o negados pasan hoy a ser parte del discurso público poniendo de manifiesto una realidad que (a pesar de muchos) poco a poco se va integrando a la cotidianeidad, aunque a partir de grupos muy cerrados y que no reconocen, como otras "minorías", demasiadas marcas de pertenencia. Los swingers, actualmente tan de moda gracias a notas de prensa y hasta obras de teatro, son una de las aristas de esta opción. Estas parejas generalmente compuestas por profesionales jóvenes y de estrato medio-alto que buscan el intercambio sexual (pudiendo o no incluir entre sus prácticas el sexo entre personas del mismo género) han realizado un “pequeño blanqueo” de una opción estigmatizada como perversa y promiscua.

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