sábado, 18 de agosto de 2007

SURGIO UNA TARDE...


Surgio una tarde
Dos amigos de años, se encuentran despues de charlar largo tiempo en la web, ella esta triste y dolorida porque esta pasando un mal momento, el la consuela, la entiende, la protege.

se encuentran en el bar tomando cafe, y entre palabras y palabras, surgen las confesiones intimas, secretos de los dos bien guardados.
Cada uno es su confesor. Cada uno guarda y reprime deseos intimos.

El se enternece, la abraza con todas sus fuerzas y ella solo se deja vencer en sus brazos.
De pronto sus manos no tienen riendas, se sueltan, se desprenden, y cada una de ellas llega a buscar refugio en el cuerpo vecino.
El se convierte en pulpo, ella en una concha de mar dispuesta a abrirse a la nueva experiencia.
Se besan en la mejilla, y ella roza con sus labios como sin querer su boca.

El esta empezando a arder por dentro, y pasa su lengua caliente por detras de las orejas de ella.
Su cuerpo siente escalofrios.

Se acurruca aun mas en sus brazos, pero el ya no puede controlar sus manos.
Sienten miradas ajenas, presenciando la escena.
Se siente intimidados, deciden irse a un lugar mas secreto, mas oscuro, donde nadie los observe.

Salen del bar, y caminan a corta distancia uno del otro, una cuadra, dos, tres, sin mediar palabras. Ante su paso una oscura plaza de barrio. Buscan un asiento y el ya no puede mas, e intenta desviar su mano que buscaba ansiosa la entrepierna de ella.
Ella se deja, ella lo conduce hacia el mismo infierno.
Introduce unos de sus dedos en la vagina, corriendo la tanga, y ella siente esa imperiosa necesidad de besarlo con toda la furia.
Sus manos son fuego que queman la piel al contacto con su cuerpo.

Ella entrabre las piernas aun mas, para que los dedos de el, nerviosos y exploradores, se mojen con su nectar.
Lenguas que se recorren, manos que buscan, suspiros cortando la noche como un eco en sombra.
Dos almas, dos cuerpos, que arden, que se aprietan, que se tocan, que tiemblan.
Un suspiro, un gemido, ella exhausta, el deseando aun mas...

Sus miradas casi complices, dicen que deben marchar, el la toma de la mano y la conduce a caminar, a su encuentro un taxi frena casi a medio metro, ven bajar un pasajero, ellos se miran, estan decididos a continuar.
Ya a solas en un cuarto de hotel, los dos ya no esconden secretos .
Vuelven a ser complices de todo lo dicho, de todo lo imaginado, de todo lo a medias dicho.

El la besa con ternura una y otra vez, ella sabe lo que quiere.
El silencio, la media luz y una musica de fondo testigos de todo su ardor, sus ansias, sus necesidades frustradas, y el dispuesto a darle todo en una simple noche.
en un simple encuentro en que las cosas surgen, asi sin pensarlo...
CIELO INMENSO

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